Ir a Craven Cottage era una de mis prioridades desde que llegué a Londres. Sólo llevaba dos semanas en la capital británica cuando se planteó una ocasión ideal para visitar tal idílico campo: el Fulham recibía en casa al Queen’s Park Rangers. Era un West London Derby, pues apenas tres millas separan a los estadios de estos dos equipos, situados ambos en la zona oeste de la ciudad (y no son los únicos: el Chelsea y el Brentford también están en West London). Tanto el Fulham -el club profesional más antiguo de Londres- como el QPR son dos clásicos de la Football League que recientemente estuvieron en la Premier. A día de hoy ocupan posiciones contiguas en la zona media de la tabla de Championship y sueñan con regresar algún día a la máxima categoría del fútbol inglés.

Así que el sábado por la mañana voy a Fulham. Llueve un poco y llueve a ratos. Me bajo del bus, recorro una calle de casas victorianas, y ahí está: la fachada ladrillada de Craven Cottage. Cuando llego a un estadio que no he visitado antes me gusta darle una o dos vueltas. Esta vez no era posible, ya que una de las tribunas del campo está literalmente pegada al Támesis. Te puedes acercar al río por el Thames Path (un camino, vaya) de Bishops Park, el parque adyacente al estadio. La imagen del parque era realmente agradable: en el amplio espacio abierto, niños de unos siete años disputaban partidos de fútbol organizados por el Fulham FC; alrededor, árboles con las primeras hojas del otoño a sus pies; y al fondo, un gazebo de madera. Cuando llegué al borde vi equipos de piragüistas entrenando en el río. La proximidad a las aguas da lugar al musgo que hay en la pared del estadio.

Una vez visto el entorno de Craven Cottage, entro a su pequeñísima pero acogedora sala de prensa en la que servían un full English breaksfast. Eso ya había sido suficiente para encandilarme. Y es que heredo de mi predecesor en el cargo una fascinación por los bufetes de los campos ingleses. En el descanso fue una grata sorpresa descubrir que servían auténticas pies de carne. Me atrevería a decir que estaban igual de deliciosas que las de Morecambe.

Dejando a un lado los manjares ingleses -rara vez estas dos palabras van acompañadas-, la verdadera magia de Craven Cottage está más allá de sus vomitorios. Uno sube cinco escalones, pasa por debajo de un arco en el que se lee “Welcome to Craven Cottage” y se encuentra en el graderío, que es de poca altura, tiene varias zonas con asientos de madera y las esquinas abiertas. En una de ellas se encuentra el famoso cottage (pequeña casa). Pero este cottage no es el original. Cuando el Fulham compró los terrenos del actual estadio en 1894, la zona estaba ocupada por una pequeña casa de campo abandonada (en tiempos victorianos, esa parte del oeste de Londres todavía era campo). Se derribó la casa -el cottage que le dio su nombre al estadio y que estaba en lo que hoy es el centro del terreno de juego- y unos años después se construyó la primera grada, aunque ésta duró poco. Unos meses más tarde, el ayuntamiento ordenó su demolición porque la consideraba una infraestructura peligrosa. En 1905, el club decidió construir una nueva tribuna principal y recurrió a Archibald Leitch, arquitecto escocés. Leitch fue conocido por sus diseños de estadios en Reino Unido, entre los que destacan campos tan emblemáticos como Anfield, Goodison Park, Highbury, White Hart Lane o Villa Park. El diseño de la tribuna de Leitch en Fulham no incluía vestuarios, por lo que se decidió edificar un nuevo cottage en una esquina.

Craven Cottage es especial porque es de los pocos estadios ingleses que han conseguido conservar toda su esencia con el paso de los años. Muchos clubes de las islas también tuvieron en su día un feudo un tanto similar, pero o bien las reformas o bien las mudanzas dejaron atrás ese pasado. Y pudo haber sido también así para el Fulham. En 2002 se creyó que el equipo había disputado su último encuentro en Craven Cottage porque los dueños planeaban la construcción de un nuevo estadio. La siguiente temporada la jugaron en Loftus Road -casa del QPR- mientras que esperaban a que se completasen las obras. El proyecto, sin embargo, no avanzó porque los costes se elevaron más de lo esperado y también porque un amplio sector de la afición se pronunció en contra de abandonar Craven Cottage. Actualmente, el plan del club es mejorar la Riverside Stand -la tribuna pegada al Támesis que se construyó a principios de los setenta-. Con esta reforma, la capacidad pasaría a ser de 30.000 y por fin se podría dar una vuelta al estadio andando, dado que el anteriormente mencionado Thames Path se prolongaría en paralelo al río por detrás de la tribuna.

El Fulham-QPR fue intenso desde una primera instancia. A los cuatro minutos de juego, el árbitro señaló un penalti a favor de los locales por una falta en un córner. Tiró Tom Cairney -tercer máximo goleador y asistente del equipo la temporada pasada por detrás de Ross McCormack (ahora en el Aston Villa) y Moussa Dembélé (en el Celtic)- y lo paró el guardameta del QPR, Alex Smithies. Los aficionados del Fulham todavía se lamentaban de haber desaprovechado esa ocasión ideal para adelantarse en el marcador cuando encajaron el primero del encuentro. El QPR continúa con su tradición de tener goleadores con nombres de la geografía estadounidense. La última vez que les vi jugar -en noviembre de 2014 ante el Aston Villa-, Charlie Austin hizo un doblete. Esta vez el autor del gol fue Conor Washington, internacional con Irlanda del Norte que marcaba su primer tanto en liga. Pocos minutos después, el Fulham tuvo una clarísima cuando Scott Parker -formidable partido firmó el capitán de 35 años, que cuando fue sustituido se marchó con una cálida ovación de los suyos- filtró un pase que dejó a Lucas Piazón solo ante el portero. El extremo brasileño -cedido por el Chelsea- no finalizó el mano a mano, sino que abrió a la izquierda, por donde llegaba Chris Martin. El delantero cedido por el Derby County falló a puerta vacía y arrancó en la hinchada visitante aquel cántico de: “You’re f*ck*ng sh*t, you’re f*ck*ng sh*t…!”.
Resumen del Fulham-QPR:

Tras el apasionante partido, fui a ver la recién inaugurada estatua en honor a George Cohen, leyenda del Fulham y campeón de la Copa del Mundo de 1966 con Inglaterra. Luego me asomé al Támesis de nuevo. Ahora hacía sol y barcos de vela ligera con casco de madera bajaban por el río. Dejé Craven Cottage atrás, me estanqué en la barra de un pub en frente de una pale ale y le eché a los caballos por primera vez en mi vida. Gané la impresionante cifra de 15 peniques gracias a Star Wars, pues mi caballo era Stormtrooper.
Foto de portada: Toyin Oshodi/Focus Images Ltd.
Football League Tales: cada viernes, una historia sobre la segunda, la tercera o la cuarta división inglesa.
-19 de agosto de 2016: El Burton de Clough.
-26 de agosto de 2016: Oliver Burke.
-2 de septiembre de 2016: Morecambe.
-9 de septiembre de 2016: En Northampton hacen zapatos.
-16 de septiembre de 2016: Josh Morris.
-23 de septiembre de 2016: Like father, like son.
-30 de septiembre de 2016: Tammy Abraham.
Interesantísimo artículo Miguel enhorabuena. Una pequeña pregunta si me permites: ¿sabes que puede costar aproximadamente una entrada en Craven Cotagge? Estaré de aquí poco en Londres y me encantaría asistir.
Hola, muchas gracias. Lo desconozco, pero en la web del club debería de venir la lista de precios para cada encuentro (https://www.fulhamfc.com/tickets/season-tickets/pricing-and-stadium-map). Un saludo.
Hola, Miguel.
Bonito artículo, la verdad.
Me gustaría saber cuál es el XI titular del Fulham que está usando Jokanovic en esta temporada 2016/17 y saber un poco de cada jugador, y cómo van en la tabla de clasificación de la Championship. ¿Crees que volverán a la Premier League en la temporada 2017/18 o todavía no?